lunes, 8 de febrero de 2010

UNA PALABRA DE ALIENTO...

UNA PALABRA DE ALIENTO, AL COMANDANTE CHAVEZ…

Lo que apuntaba a ser un programa relajado, didáctico como siempre, pero relajado, con invitados extranjeros interesados en ver de cerca el desenvolvimiento de ese proceso esperanzador llamado, la Revolución bolivariana, se convirtió sorpresivamente para todos los visitantes presentes e invisibles en una reprimenda del líder, hacia algunos de sus colaboradores del gobierno, que pifiaron para variar, ante el reclamo en vivo y directo del Alcalde del lugar, por las promesas incumplidas para la construcción de una carretera en el Estado Lara.

Debe ser angustiante e inmensamente demoledor para el espíritu de un verdadero revolucionario como el Presidente Chávez, sentir en carne propia, en ese mundo quijotesco, cargado de sueños, de amores y pasiones desenfrenadas por un país, querer doblegar las mediocridades, ineficiencias, traiciones, burocratismo, los pecados capitales en pleno y tantas miserias humanas que se anteponen como un mar de piedras, en el camino emprendido hace ya diez años.

Sentir lo que sintió Bolívar en su delirio sobre el Chimborazo, cuando el viejo tiempo le dijo: «Observa, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los hombres».

Bolívar, Bolívar, tu que sufristeis en el paso de los Andes, donde a pesar de tu débil y huesuda figura, diste el aliento, el ejemplo a tu fiel caballería, donde claudicar era morir y rendirse era poco menos que inmolarse. Debe sentir mi comandante Chávez, en sus soledades, lo que sintió Simón, al ver al catire Páez, servido y vestido por los esclavos que él mismo libertó. Debe sentir mi Comandante, lo que sintió Simón al ver morir a sus mejores amigos libertadores de pueblos, traicionados por sus hermanos de armas y forzados a vivir como parias en suelo extranjero. Debe sentir el Comandante Chávez, lo que sintió Simón, al ver desaparecer su sueño de unificar la Gran Colombia, oler una muerte repentina y lamentarse de arar en el mar.

No se preocupe Comandante, síganos guiando el camino, siga cruzando el abismo, siga con su juramento del Samán, que ayer fue el del Monte Sacro, siga blandiendo la espada que nunca jamás estará solo, porque lo apoya ese pueblo, porque lo sigue Bolívar y aunque mancillen su nombre y mil tropiezos consiga, la revolución se consolida a pasos agigantados y juntos, pueblo y gobierno, unidos por el socialismo del siglo XXI, derrotaremos los males y adversidades que nos amenazan a diario en este hermoso proceso en construcción.

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